Justicia para guionistas.
El 6 de noviembre de 2020, Infobae publica una nota donde transcribe
parte del fallo del juez de instrucción Alberto Baños, en el que compara una
novela con un guión.
“una novela, como narración que es, sólo resultará eficaz si logramos que el
lector crea estar presenciando la ficción, y para ello no nos queda más opción
que ir mostrándole los personajes, los escenarios y la acción con el nivel de
detalle suficiente. En un guión, en cambio, al no ser una narración en sí
misma, sino únicamente una guía para que luego un grupo de personas realice una
película, no es necesario que se detalle la ficción. Será el equipo de
realización de la película quien añada los detalles cuando, a partir de la información
contenida en el guión, plasme la narración en imágenes y sonidos: se
localizarán o construirán los escenarios, se iluminará cada escena de manera
adecuada, los actores y actrices les pondrán cara, cuerpo y voz a los
personajes, etc.”.
Sin intención de observar el aspecto jurídico, como autores/as,
como escritores/as audiovisuales, no podemos dejar pasar esto por alto.
Tiene tanto poder la información fidedigna como la difusión del
desconocimiento.
Por eso sentimos la obligación, una vez más, de describir nuestra
disciplina artística, nuestra profesión, nuestro trabajo. Hacer docencia sobre
lo que implica el hecho creativo de escribir un guión. Ya que desvalorizar
suele ser una señal: se descarta lo que se ignora.
Nadie diría que una persona que se dedica a la contabilidad es quien
llena planillas de Excel. Tampoco se define a quien compone música como alguien
que escribe partituras. Aunque ambas disciplinas requieren que sus trabajos se
plasmen en planillas y partituras.
Quienes desarrollamos la escritura audiovisual creamos universos
ficcionales. Cada universo (única- versión) da cuenta de historias,
hechos trascendentes que les ocurren a personajes, encadenamiento de acciones
que suceden en determinados espacios y tiempos. Y no hay manera de
acceder a una historia si no es narrándola.
Se debe dominar la narrativa específica del audiovisual que determina
qué revelamos, qué ocultamos y en qué orden.
También la dramática que da cuenta de la conflictiva intensa que
re-presenta lo que experienciamos en nuestras vidas y que va estructurando el
relato de manera única e irrepetible. Arquetipos, símbolos, metáforas de la
conducta humana se despliegan creando estilos y estéticas.
Un universo ficcional lleva las marcas de la experiencia de vida de
quien lo crea, como las huellas de las utopías artísticas que persigue.
Es un trabajo donde la subjetividad se abre para ofrecerla a quienes
realizarán la obra y a quienes serán sus espectadores.
Y sí, contamos con un instrumento, un vehículo donde materializar ese
universo, que es el guión, que bien puede compararse con una partitura.
Escribir un guión compromete otros saberes. Talento al organizar el material
para que quien lea pueda ver con su imaginario una película, una serie, un
programa televisivo. Como diría Italo Calvino con ese “cine mental” que
la humanidad dispone mucho antes de que se creara el cine. Solo contamos con
tres elementos: personaje, espacio y tiempo, porque son los que la cámara puede
captar. Y con estos tres elementos, combinados de infinitas maneras, creamos lo
que hasta ahora no había existido. Así, con nuestra escritura despertamos el
imaginario de quienes realizan, iluminan, diseñan espacios y vestuarios,
quienes interpretan personajes, quienes editan, quienes producen para que este
conjunto de artistas pueda, con su creatividad, ofrecer una unidad: la
película, la serie, el programa de televisión.
La narrativa literaria y la audiovisual se han influido mutuamente.
Conviven y se maridan muchas veces, sin anular la identidad específica de cada
una de las creaciones que responden a artes con herramientas y procedimientos
propios.
El audiovisual no es una creatividad colectiva, es una creatividad
asociada donde cada disciplina aporta lo suyo de manera específica y
diferenciada. Y lo puede hacer porque hay una historia que contar, un universo
ficcional por el que transitar y que, paradójicamente, suele resultarnos tan
real como la vida misma. De originar esa primera obra fundante plasmada en un
guión, de eso nos ocupamos los/las escritores/as audiovisuales.
Nos pareció muy importante aclarar esto porque no está bien que desde el
desconocimiento del oficio de un o una guionista se ningunee su trabajo. Porque
para llegar a un dictamen justo, tiene que ser válido el camino que se elige
para llegar al mismo. Y ese camino implica conocer plenamente cuál es el
trabajo de un guionista y qué resulta de ese trabajo.
Es una lástima que antes de dictaminar, no se hayan molestado en
consultar, simplemente, el diccionario de la Real Academia Española. Ahí, en
ese lugar de tan fácil acceso, estaba la primera y última respuesta. En efecto,
la segunda acepción de la palabra GUION dice: Texto en que se
expone, con los detalles necesarios para su realización, el contenido de un
filme o de un programa de radio o televisión.
Contenido y
detalles. Detalles y contenido. Nada más y nada menos que lo que define a un
audiovisual.
Junta Directiva de Argentores.